28 de febrero de 2008

Mi pequeño mundo de papel

Si tenemos hambre nos alimentamos de las manzanitas que penden de las ramas aledañas. Si tenemos frío -nos abrazamos. En mi cartuchera guardo la oblea que me dieras hace ya mucho tiempo. Mirá, la aldea subterránea ya está cerca. Mirá, a lo lejos se ven los portales que emergen por entre los campos de lavanda, los soportales de las escalinatas y las rejas del cuartel. Crucemos el bosquecito de bambúes y el puente de madera.
¿Y ese tintineo? Es la cierva blanca, haciendo sonar su cascabel: crocante, coralino. La tarde juega a "la cajita de música" -se deja beber en las raíces del jardín, se espeja en las tinajas que maceran licores en el templo. Una siesta larga, limpia -un río de diez mil años.

23 de febrero de 2008

Concierto entre los árboles

En enero, Peregrino viajó a Concepción, Chile –en la región de Bío Bío– invitado por un grupo de músicos de esa localidad. En este reportaje nos cuenta sobre sus conciertos en el bosque y nos habla de sus lanzamientos discográficos.

¿Cómo es Concepción?
Es una región rodeada de cerros y llena de naturaleza, que está en contacto con el mar. La gente que vive ahí la aprovecha, está en contacto con la situación.
La ciudad no es inmensa, pero es grande. Está descentralizada, y tiene un núcleo cultural que es la Universidad de Concepción, un lugar hermosísimo y muy grande. La gente que no estudia también la aprovecha caminando por ahí.

¿Cómo es la gente?
Hay un fervor muy grande por el dinero y por las cosas que uno puede conseguir con él. Excepto por los chicos que me invitaron, que son unos copados. Uno vive en el cerro pero tiene un equipo TwinReverb.
¿Cómo son los chicos que te invitaron?
El grupo se llama “Le Caine” y hacen una música re buena. Son dos guitarras, una batería –es instrumental- y tiran cintas. Es una música muy espiritual, y es lo mejor que pueden hacer ellos. Está muy bueno, verdaderamente muy interesante.
Hiciste una serie de cinco conciertos. ¿De qué se trataron?
Sí. El primer concierto fue altamente emotivo. Tocamos en un boliche a las siete de la tarde. Había muy poca gente, pero fue genial por la emoción que había dando vueltas. Al punto que había gente que casi se puso a llorar. Mucho fervor.
El segundo fue el más increíble, en un cerro que daba a la casa de Isaac, el chico que me hospedaba. Fue muy íntimo. Tuvimos que hacer una travesía cruzando dos cerros guiados por Isaac y una perra que todo el mundo conoce, una perra se que conoce todo Concepción y que sabés que te va a guiar. Ellos dos te guiaban y llegabas al lugar, que era como un cuarto rodeado de árboles, donde uno podía escuchar todo lo que estaba dando vueltas por el cerro y por la calle. Ahí fue el concierto, y estuvo re bueno. Se hacían historias re interesantes con la melódica, los sampleos, los casetes, y todo eso.
El tercero fue en el anfiteatro del San Pedro de la Paz, que está al costado de una laguna y en el medio de un bosque. Fue un concierto increíble, donde toqué con Isaac y salió una música genial. Fue altamente poético, y más en ese marco. Había mucha gente que iba a ver una obra de teatro que se iba a dar después, pero que escucharon con mucha atención y mucho respeto. Creo que la recepción fue muy buena. Y la naturaleza estaba siempre presente.
El cuarto fue al costado de la Laguna de San Pedro, y ese recital también fue muy bueno a pesar de contar con problemas técnicos. Hubo muy buena predisposición de todo el mundo para que todo saliera muy bien, y entonces salió todo muy bien. La gente estaba ofreciendo lo mejor que tenía, entonces fue como una cuestión de compartir sus habilidades. Fue como una comunión. Es una palabra rara, pero fue verdadero.
El quinto fue en la sede del Museo Nacional de Bellas Artes. Fue un concierto raro porque el museo está en un shopping, pero también fue un concierto bueno porque la gente que estaba ahí quería escuchar. Siempre toqué con la melódica y con las cintas, y en ese concierto toqué con un metalofón y con la m
elódica. Salía un sonido estéreo, se escuchaba todo y repiqueteaba todo en tu cabeza. Adentro del museo estaba pasando algo re bueno, y afuera era un universo absolutamente distinto: fue una isla dentro de ese lugar, que era una isla de por sí. Creo que musicalmente fue el mejor concierto. Fue muy lento.
¿De qué se trata el EP que sacaste hace poco?
El EP, que se llama “Árboles junto a la costa”, tiene cuatro temas y está íntegramente grabado con acordeón. Lo grabé en mi antigua casa, en mi pieza, con una portaestudio y el micrófono de una Super8, por lo que tiene un sonido muy cálido.
Este EP fue preparado para llevar a Chile. Tenía los temas desde hacía mucho tiempo y sentía que tenían que salir porque si no iban a estancarse; los temas están buenos y no está bueno que algo bueno se pudra. El agua tiene que correr; si no, se estanca y es un pantano.
¿Y el segundo disco?
Se va a llamar “Los Puertos Blancos”. Son siete temas. Dura aproximadamente 40 minutos, pero además del acordeón sumamos un sintetizador. Fue grabado en mi nueva casa, que es mejor. Es más metafísico. Sí, es absolutamente metafísico y tiene como unas cuerdas muy viejas, y puede parecerse a las películas del cine ruso del ’70.

Para escuchar:
Peregrino
www.myspace.com/peregrinoahoraeterno
Le Caine
Isaac Morgado
Loobeo